Fernando Alonso in his Alpha Romeo!
Sucesos extraños
Amanecer estival III
Los chicos salieron como una estampida de las aulas, contentos de que se acabaran las clases. Era mediodía, y el sol se elevaba en el cenit del mar azul que era el cielo veraniego, cerniéndose con su luz dorada sobre los campos. Miguel se colgó su mochila al hombro y salió del edificio. Una voz cristalina le hizo detenerse.
- Espera, Migue.-Era Carol. Llevaba la mochila abierta, repleta de libros. Unas delicadas perlas de sudor respladecían en su frente. Le sonrió y ella le devolvió la sonrisa, que fue como un arrollo de agua fresca bajo aquel calor. Ambos giraron hacia la derecha del camino, a traves de las doradas espigas que se mecían en aquella tarde. Era un mar dorado, resplandeciente, un espejo de la luz solar. Miguel miró a Carol, admirando el parecido de sus cabellos con el campo. Podría pasarse días contemplándola, y nunca se cansaría.
-¿Qué tal?-. Preguntó Miguel. Su mirada encontró los profundos ojos azules de Carol.
-Bien-. Le contestó.-Hoy no nos han mandado mucha tarea, asi que saldré esta tarde. ¿Tu qué vas a hacer?
-No lo sé-.Desvió su mirada hacia el cielo.- Tal vez salga, no sé.
-Venga, Migue-.Le pidió Carol.-Sal con nosotros esta tarde. Vamos a ir al parque gris, ese que está junto al rio. Estaran todos. Tienes que venir.
-Bueno-.Cedió Miguel.Le costaba negarse cuando se lo pedía Carol.-Me lo pensaré. Te llamo esta tarde y ya te digo.
Carol frunció ligeramente el ceño, rapidamente sustituido por una sonrisa.-Entonces nos veremos alli. Bueno, me tengo que ir, hasta luego.
Miguel pudo ver cómo se alejaba Carol, por el sendero que atravesaba la alta hierba. Ella sabía que iba a ir. 'Me lo pensare', penso Miguel, poniendo una voz estúpida, sere idiota.
Circulos III
-Entre, Señor Mcworthy-. le llamó una voz desde el otro lado de la puerta. Roy agarró el pomo, y sintió el frio tacto del metal en su mano. Lo retorció y empujó la puerta, entrando en el despacho. Era una estancia luminosa, con un gran ventanal detrás del escritorio, a través del cual se veía una vista panorámica del centro. Recortada contra el paisaje, la silueta del sillon resaltaba como una mancha de tinta en un folio en blanco. El sillón se giró, dejando ver a un hombre de cara ancha, cuya barriga sobresalía de la butaca en la que estaba sentado, apenas disimulada por la camisa sobre la que yacía una corbata oscura de líneas elegantes.
-Hemos visto su progreso en la empresa, sobre todo este último mes-.comentó el señor del despacho con vistas a la ciudad. Las calles bullían de actividad, miles de coches circulaban en las sendas de asfalto.- No sabíamos cómo explicar su balance de actividad, y por tanto le he hecho llamar.
Su mirada se clavó en Ryan, analizandolo. Podría decirse que le observaba cual insecto bajo una lupa, un insecto extraño y, tal vez, no bienvenido.
-Pues-.Comenzó Ryan. Se acarició el cuello de la camisa, en un gesto involuntario por relajarse. Sentía como una extraña claustrofobia cercaba el despacho.-Este mes he tenido algunas dificultades para conciliar el sueño. Fui a ver a un especialista, y me ha mandado un tratamiento. No se volverá a repetir.
El hombre deslizó sus gafas por el tabique de su nariz, mirando por encima de ellas. Luego tomó un boligrafo, escribió algo en un folio pulcramente colocado en su escritorio, y de nuevo su mirada estaba sobre Ryan.
-¿Cree usted-.Pregunto, mientras se recostaba en su asiento recubierto de cuero.-que no tiene suficientes incentivos en esta empresa? Tiene un buen cargo, un sueldo respetable. No veo qué problema puede tener con ello.
- Y no hay ningun problema...-.Interrumpió Ryan. Un sudor frio empezó a recorrerle la espalda. No tenia buena pinta.
-Sin embargo-.Prosiguió con su discurso, que pronto Ryan comprendió que era retórico.-Su rendimiento no hace más que disminuir, en picado. Sabe que esta empresa tiene un renombre, como sabe que hay un metodo de trabajo que ha de seguir. Y, ultimamente, se está alejando bastante de lo que se podría calificar como productivo. Es el encargado de un departamento responsable de una labor vital para la compañia, su desempeño es crucial para que todo siga funcionando. Debe entender que no podemos consentir que su actividad siga cayendo, pues supone un coste cuantioso, tanto de material como de dinero.
Ryan tragó saliva. Iba de mal en peor. Quedó himnotizado por los círculos dorados que formaban sus gafas, esta vez puestas correctamente.
-Eso singnifica-.Concluyó el hombre.Se incorporó, y fue con el hacia la puerta.- Que no podemos permitirnos esta situación, y por tanto, esta fuera Señor Mcworthy. Lo sentimos, no es nada personal, es solo por el bien de la empresa. Puede recoger sus cosas mañana.
Los Versos del Azar: Amanecer
La sombra del tiempo